Hoy he recibido vía Amazon el nuevo llavero de la Tracer. Muy sencillito y en tela. Y he pensado que, aparte de sus propietarios, pocos conocen los llaveros de los demás. Y eso a pesar de que a muchos se les acusa de comprar determinadas marcas de motos para poder presumir del llavero en la mesa del bar, costumbre que, por otra parte, creo que ya casi nadie tiene.
Olvidándonos de marquismos, lo que creo que es universal es el valor simbólico del llavero. Lo tenemos ahí colgado en el llavero de la entrada, o en el cajón de nuestras cosas, o quizás en el garaje sobre una mesa. Pero cada vez que pasamos cerca de él, no podemos evitar echarle una mirada de reojo, e incluso a veces un guiño. Es nuestra conexión virtual con aquello que tanto nos hace disfrutar, la promesa de lo que nos espera cuando esté conectado y arranque nuestra particular máquina de felicidad .
