Ruta del Ámbar, día 29 y fin
Finalmente el viaje termina a los 29 días, debido a la kilometrada de la jornada anterior; lo que había planificado hacer en 2 etapas (Basel-Angouleme y Angouleme-Arrasate), lo finalicé de un solo golpe. Pero esto tuvo consecuencias, y nada positivas...
Por alguna razón, la cadena de transmisión se secó, y estaba muy agarrotada. Esto hizo que me tomase el día 29 con calma, pues necesitaba resolver el problema, y, qué carajo, también me apetecía estar con mi familia arrasatearra. Acompañado de mi tío, fuimos a comprar un bote de grasa en spray, y al no encontrar nada mejor, usamos una para bicicletas. La transmisión mejoró, pero tampoco lo suficiente como para dejarla en optimas condiciones.
Esto hizo que me siguiese comiendo la cabeza, y si algo me intranquiliza, es la incertidumbre. El no saber si la cadena aguantaría o no hizo que, al cabo, a las 3 de la tarde decidiese ponerme en marcha, y que saliese el sol por Antequera.
El primer tramo, hasta agotar el depósito, fue de muchos nervios. Sin embargo, al parar, pude comprobar que entre la grasa de bicicleta y el propio engrasador que la moto lleva instalado, la cadena seguía húmeda. Sin embargo, la siguiente parada ya no fue tan halagüeña. Al abrir mas el engrasador, prácticamente había agotado el aceite, y la grasa de bicicleta se volatilizaba debido a su escasa viscosidad. Eso ocurría a la altura de Palencia. Así que nueva rociada se spray y dedos cruzados.
Todo bien hasta Puebla de Sanabria, excepto la alta temperatura cruzando la Tierra de Campos por la N-610, con tal de acortar kilometros; como si ya sudase yo poco con la preocupación que llevaba encima!!
Bien, aquello debía ser el último repastaje del viaje. Pero la cadena no tenía buen color. Afortunadamente, en la estación de servicio de A Cañiza si tenían grasa de cadena para motos. Aunque salí contento como unas castañuelas, la grasa que me vendieron no era gran cosa... pero la como la autosugestión funciona de maravilla, y el bote ponía “para motos”, me tiré en tromba los últimos 200 km. Una nueva parada después de Allariz para volver a engrasar, sin siquiera comprobar, y hacia Vigo. Cuanto más me acercaba, mas eufórico me sentía, al punto de entrar en la ciudad con el cuchillo entre los dientes. Ya estaba. Se había acabado. A las 21:01 aparqué delante de casa, 10.989,40 km. después. Aunque derrotado, volver a ver a Isa, a pesar de habernos despedido menos de 48 horas antes, me curó todos los males. Vigo-San Petersburgo-Vigo. Lo habíamos logrado.
Después de una mañana de trabajo como si nada hubiese pasado, ha tocado acondicionar la moto. Desde los insectos aplastados del frontal al barro de la parte trasera, estaba absolutamente impresentable. Además, la cadena necesitaba tratamiento de choque, por si hubiese posibilidad de salvarla. Limpieza con aceite multiusos, tensado, desengrasado, lavado a presión, y finalmente, engrasado. Para mi sorpresa, los rodillos empiezan a correr libremente y los crujidos y chasquidos empiezan a mitigarse. Al final parece que hasta eso ha salido bien.
Ha sido un viaje emocionante, porque todos los son. Pero no ha sido nuestro mejor viaje, por diferentes motivos. Ya habrá tiempo para las conclusiones. Por ahora, nos toca descansar y disfrutar de lo que hemos conseguido. Hemos ido a San Petersburgo y hemos vuelto, solos y de una pieza.
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